INSTITUTO DR. PACHECO DE PSICOLOGIA

ANGEL ENRIQUE PACHECO, PH.D.

DIRECTOR - PSICOLOGO CLINICO

EDIFICIO PROFESIONAL CLINICA DR. ABEL GONZALEZ

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SANTO DOMINGO

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El Duelo y el Vuelo AA 587[1]

Angel Enrique Pacheco, Ph.D.

 

Me ha tocado la honrosa pero triste tarea profesional de servir en mi calidad de psicólogo clínico a los familiares cercanos a las víctimas del vuelo AA 587 de American Airlines.

Muchos han asistido obligados por la necesidad emocional ante un evento trágico de esta magnitud.  Estos han sido los dichosos, pues la ayuda profesional puede servirles de bálsamo reparador y de guía emocional en un momento aciago y de muchos eventos inesperados.

Muchos otros, la mayoría, desconocedores de que American Airlines, en un gesto de apoyo moral y psicológico, decidió ofertarles estos servicios de manera gratuita a los familiares inmediatos de las víctimas, a través de una proveedora internacional de servicios en salud mental representada en el país por nuestro Instituto Dr. Pacheco de Psicología, simplemente se están aguantando como mejor pueden.

La reacción de cada persona es única e individual ante la pérdida inesperada de un ser querido.  El trauma inicial de la incertidumbre de si el ser querido estaba o no en el avión va convirtiéndose paulatina o rápidamente, según cada cual, en grito de desesperanza al tener que admitir la triste evidencia de los hechos.  Surgen entonces montones de indicadores que casi frenaron el haber tomado el vuelo.  ¿Por qué no haber seguido estos indicadores del desastre que se avecinaba?

Experiencias tales como el tener que responder al toque de la puerta para oír el mensaje impersonal de un policía que viene a anunciar que los restos fueron encontrados e identificados o el tener que ir a la fría morgue de la gran urbe a tratar de identificar restos de quien en vida era una persona totalmente diferente, vivaz, cariñosa e interactiva, se convierten rápidamente en señales inequívocas de que la realidad es real, triste y, ante todo, inexorable, dura y, en este caso, amarga y ácida a la vez.

Vienen entonces a la escena las aves de rapiña a hacer banquete con la carroña.  Pueden ser identificadas como de dos tamaños o magnitudes diferentes.  Está un primer grupo compuesto por aquellos parientes, con o sin derecho, que inmediatamente quieren adueñarse del difunto o difunta para provecho personal.  Un ave de rapiña, sin lugar a dudas.  Las características son inequívocas, pues el interés personal de aprovechar la coyuntura está presente y los esfuerzos hipócritas por aparentar dolor, así como el quizás por vez primera mostrar cariño y dedicación, son realmente aparatosos.  Pero así es que reaccionan las gentes de pobre espíritu ante la posibilidad de tener mucho dinero fácil e indoloro.

Pero esos son los simples y sencillos.  Luego viene otra ave de rapiña acompañada de un extraño idioma que se escribe con letras muy pequeñitas y que usualmente emplea palabras desconocidas en sus alcances aún por los deudos que han tenido la oportunidad de realizar estudios universitarios.  Señores, ¡esto es un sálvese quien pueda!

Es un panorama triste.  En medio de la desolación y el dolor, aún antes de que se haya podido dar sepultura a los restos de estos mortales, ya se están haciendo planes megalomaníacos con esos dineros quiméricos y que tanto dolor y desorientación aún causarán.  La historia, por tanto, no terminará con la destrucción física de estos seres queridos.  La resignación ante la pérdida aún no llegará.

No, desgraciadamente primero vendrán desavenencias familiares, disputas, enemistades, muchachos descarriados por los placeres y excesos que se pueden hacer con estos recursos.  Dolor, más dolor, es lo que veo en el panorama.  Todos debemos ayudar a que no sea así y, brindando el apoyo personal de que somos capaces y el concurso de los profesionales de la psicología clínica, estimular a que el dolor del duelo pueda tener fin, que puedan las verdaderas víctimas, los indefensos deudos que sí sienten el dolor, alcanzar la resignación sin destruir sus propias vidas.

 

bYa



[1] Publicado 12 enero 2002, Oh!Magazine, La Revista del Listín Diario, 92, 63.

 

Correspondencia acerca de este artículo debe ser dirigida a Angel Enrique Pacheco, Ph.D., Instituto Dr. Pacheco de Psicología (IDPP), Edificio Profesional Clínica Dr. Abel González, Avenida Independencia 105, Santo Domingo, República Dominicana.  Teléfono 809-686-6666, Fax 809-686-2222, E-Mail apacheco@idpp.org e Internet http://www.idpp.org/.

 

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